jueves, 2 de mayo de 2013

Sólo un instante.



Las palabras no dichas, los suspiros efímeros; todo desaparece en el infinito de un segundo.
Un segundo.
Eterno.
Guardado en el cálido recuerdo de los buenos momentos, aquellos que deseamos que se prolonguen por siempre y no nos dejen huérfanos en medio de la frenética realidad del diario vivir. Así como aquel instante en que el silencio era rey, gobernando con puño de gélido hierro, y ellos sus esclavos, luchando por huir de él.

“Contigo me siento como nunca me había sentido antes” soltó él sin mayor preámbulo.
Ella rió.
“Eso es obvio, nunca te vas a sentir igual con dos personas al mismo tiempo”
“Bueno, es cierto, pero…”
“¿Pero?”
Él suspiró frustrado, sin saber qué decir.
“Olvídalo”
Ella recostó su cabeza sobre el hombro de su acompañante. Cerró los ojos por un lapso de tiempo imperceptible.
“Listo, lo olvidé” dijo, intentando ocultar una sonrisa.
“Chica lista”
Decidió ponerla en aprietos.
“… entonces, ¿cómo te sientes?”
Me siento como nunca me había sentido antes” lo remedó.

Jaque mate.
Ahí quedó él, sin una respuesta concreta, más perdido que hace cinco segundos atrás; al mismo tiempo que ella se sorprendía de que lo que había dicho era más verdad que cliché.

La lógica se les había perdido. 




 

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